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- Científicos españoles desarrollan un suplemento alimenticio contra la enfermedad.
- Es capaz de evitar el desarrollo del trastorno infeccioso.
- Empezará a comercializarse en La India, uno de los países más afectados, en 2016.
Los casi 20 años de investigación que el equipo de Pere-Joan
Cardona ha invertido en el Instituto Germans Trias i Pujol (Badalona,
Barcelona) estudiando cómo combatir la tuberculosis han dado sus frutos. Estos científicos han desarrollado un suplemento
alimenticio capaz de frenar el desarrollo de la enfermedad y, por tanto,
llamado a reducir la incidencia de un problema que provoca alrededor de
un millón y medio de muertes al año.
Pere Joan Cardona, responsable de la Unidad de Tuberculosis Experimental del Instituto Germans Trias.
Denominado Nyaditum resae, el producto comenzará a venderse en La India en 2016, gracias al acuerdo que recientemente han firmado Manremyc, la spin-off biotecnológica nacida a partir del laboratorio de Cardona y la empresa Tablets India.
"Durante muchos años hicimos investigación básica,
estudiando sobre todo la infección latente, intentado explicar por qué
sólo un 10% de los infectados termina desarrollando la enfermedad.
Descubrimos que quienes enferman lo hacen porque su organismo genera una
respuesta inflamatoria excesiva contra la bacteria
responsable, y entonces nos centramos en encontrar una forma de reducir
esta respuesta", señala Cardona, muy ilusionado con los resultados del
trabajo.
Los investigadores empezaron a experimentar con el bacilo que provoca la enfermedad, Mycobacterium tuberculosis,
pero pronto decidieron buscar otra bacteria de la misma familia que,
por vía oral, pudiera inducir la tolerancia que buscaban. Muy cerca del laboratorio, en el río Cardener, obtuvieron la denominada Mycobacterium manresensis,
presente en el agua potable y que, según explica Cardona, cuando se
ingiere transmite información al sistema inmunitario para que, si entra
en contacto con el bacilo de la tuberculosis, éste lo reconozca como un alimento y no active -o lo haga de una forma menos intensa- la cadena inflamatoria para hacerle frente. "Está demostrado que si esa respuesta no se activa, al final
el cuerpo va eliminando la bacteria de manera natural, sin más
consecuencias", apunta el investigador.
El producto, patentado desde el año 2013, ha superado con éxito varios ensayos que demuestran su seguridad, su capacidad para generar una respuesta inmune protectora y su utilidad frente a la enfermedad. "Son candidatas a utilizarlo las personas especialmente
susceptibles a desarrollar la tuberculosis [como las personas con
diabetes], aquellas que están en contacto directo con un enfermo o
incluso los que ya han sufrido el trastorno, ya que tienen una mayor
predisposición a volver a padecerlo", explica Cardona.
Está previsto que Nyaditum resae comience a
comercializarse en las farmacias de La India y Nepal a finales de 2016
bajo prescripción médica. Según las estimaciones que maneja Cardona, en
los primeros tres años, el producto podría llegar aproximadamente a un millón de ciudadanos.
"Podríamos haber optado por una distribución más masiva, a través de
los supermercados, ya que el producto tiene la categoría de suplemento
alimenticio, pero creemos que esa estrategia no funcionaría debido al gran estigma frente a la tuberculosis que existe en La India", aclara.
En esta primera fase de comercialización, añade el
microbiólogo, su equipo pondrá en marcha un estudio observacional que
pretende medir el grado de eficacia del tratamiento,
evaluar la duración de la protección que confiere y constatar que, con
su uso, la incidencia de la enfermedad disminuye. En ese sentido, no es
casual la elección de La India, uno de los países más golpeados por la
tuberculosis, como sede del lanzamiento del producto.
En el país asiático, un tratamiento de 15 días (con dosis
diaria) costará alrededor de dos euros, aunque la idea de los
investigadores es que en una segunda fase de distribución, distintas ONG
y gobiernos se impliquen en la diseminación del producto. Según explica
Cardona, ya se han establecido contactos entre otros con países de
Europa del Este, como Georgia, Rumanía y Lituania, donde la tuberculosis
resistente supone todo un problema de salud pública y los nuevos casos
de infecciones no dejan de crecer.
"Estamos muy ilusionados porque estamos viendo que un
conocimiento que hemos adquirido en el laboratorio con mucho esfuerzo ya
tiene su traslación a nivel de mercado y puede contribuir a la lucha
contra la enfermedad", indica el investigador catalán, quien reconoce
que "el camino hasta aquí ha sido muy largo".
No sólo se han enfrentado a problemas de financiación y a
los elevados costes que suponen las patentes, sino a todo lo que supone
cambiar las teorías sobre una determinada enfermedad.
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