viernes, 6 de febrero de 2015

El turismo mira al cielo


Con experiencias como la del Desierto de La Tatacoa, Colombia explora las posibilidades que ofrece la astronomía, como una fuente de actividad turística para el país.

Levantar la cabeza y mirar al cielo buscando estrellas, constelaciones, cometas y todo cuanto cuerpo celeste pueda encontrarse en las alturas ha sido siempre una actividad y una afición ligada a la necesidad de conocimiento del ser humano.

Una actividad que hoy ofrece también una nueva alternativa de divulgación científica y de potencial desarrollo económico en muchas regiones: el astroturismo.

Es quizá Chile el país que más apunta a esta posibilidad. Pero también Colombia tiene un potencial en algunas zonas del país para aprovechar los espacios de visibilidad que ofrece el cielo local.

Carlos Molina, director de astronomía del Planetario de Medellín, explica que en el caso chileno, se da la conjunción de contar con algunos de los telescopios más poderosos en regiones de muy poca población- y por tanto poca contaminación lumínica- y cielos despejados en gran parte del año que favorecen el desarrollo de esta tendencia.

Incluso ya ese país desarrolla como estrategia el proyecto Astroturismo Chile (astroturismochile.cl) para posicionarse como referente mundial del turismo astronómico.

Opciones en el país

En una escala más pequeña, Colombia también puede aprovechar esta tendencia en su desarrollo. Un avance en este sentido es el observatorio del Desierto de la Tatacoa, cerca a Neiva. Su director Javier Rúa plantea que el astroturismo se ofrece como una oportunidad para potenciar el proceso de divulgación científica, y el país posee una ventaja natural y es su ubicación en la zona ecuatorial, desde donde se puede observar la totalidad del cielo, una ventaja que no tienen países como Chile, en donde la observación de la bóveda celeste no es tan integral, y algunas áreas del cielo no pueden verse desde sus regiones.

La ubicación de La Tatacoa, en una depresión entre las cordilleras central y oriental, ofrece la posibilidad de cielos despejados en una gran parte del año, propicias para el desarrollo de las observaciones y estudio del cielo.

Además de La Tatacoa, el director de su observatorio señala que zonas como los nevados, y el estrecho del Patía entre Cauca y Nariño también tienen un potencial de interés para la observación y eventual uso como zonas de turismo astronómico.

Y coincide en su opinión, con otra emitida por Carlos Molina, que La Guajira es otro lugar efectivo, aunque más para la astronomía aficionada, por la constante presencia de vientos en la península.

En el observatorio del desierto de La Tatacoa, explica su director, diariamente se desarrollan sesiones de observación del cielo- según las condiciones- en ellas, anota, se explica la nomenclatura celeste, se habla de la evolución estelar, la cartografía y cosmología. Allí la observación se hace a través de reflectores newtonianos y un telescopio catadióptrico, además de binoculares.
 
 
Iluminación más cuidada

Pero el desarrollo del potencial turístico que se puede descubrir detrás de la observación de las estrellas, bien sea como simple aficionado, o de forma más profesional, debe contar con condiciones ambientales ideales.

La principal, además de las condiciones de nubosidad, tiene que ver con la iluminación. Y en este sentido, Carlos Molina señala que es un factor que se debe corregir en Colombia.

Agrega que no es solo la intensidad, sino que además se utilizan equipos y diseños de iluminación poco apropiados, que opacan las posibilidades de observación, en incluso impactan en los ciclos de la flora y la fauna de los sitios, afectando sus ciclos circadianos.

Por eso, señala que es importante una normatividad que regule este elementos y no se convierta en un obstáculo para la observación del cielo, desde el suelo colombiano.

Por josé alejandro pérez m. |

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