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martes, 15 de septiembre de 2015

Ácaro de fresa ayudaría en control biológico de plagas



El Grupo de Investigación de Acarología de la Universidad Nacional desarrolló un trabajo centrando su atención en los diferentes ácaros que afectan el cultivo de fresa, para, a partir de su identificación, saber cuáles de ellos servirían para emprender planes de control biológico de plagas. El objetivo es facilitarles a los productores de fresa de la región, un manejo alternativo al uso de químicos que les pueda permitir reducir costos, afectar menos su salud y obtener mejores ingresos.

El cultivo de la fresa suele verse afectado por diferentes problemas fitosanitarios entre los cuales se destaca el ataque de ácaros fitófagos, es decir, aquellos que se alimentan de las plantas. Uno de ellos es el Phytonemus pallidus, conocido comúnmente como ácaro de la fresa.

A este se enfrentan los productores de fresa en Versalles y El Cerrito, en el Valle del Cauca. Esta plaga de la fresa ha tomado importancia debido a que los ácaros son difíciles de percibir a simple vista por su reducido tamaño, por lo cual el productor sólo los detecta cuando ya han generado daño en los cultivos, por ejemplo, deformando los frutos o disminuyendo rendimientos y ganancias. 

  



Una vez detectada su presencia, los productores acuden al uso de diversos productos químicos como estrategia de manejo, pero estas acciones pueden afectar la cosecha de una fruta que en su mayoría se consume en fresco. 





Para el estudio se realizó una recolección de muestras de ácaros en cultivos de pequeños agricultores del municipio de Versalles, ubicado a 1.900 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.) y en El Cerrito, a 2.200 m.s.n.m.

De esta parte del trabajo se obtuvieron 34 muestras de hojas, flores y frutos, que fueron llevadas al laboratorio para clasificarlas taxonómicamente. Así, identificaron varias familias de ácaros asociadas al cultivo de la fresa, destacándose por su abundancia la Tarsonemidae con la especie P. pallidus, y Phytoseiidae con la especie N. californicus. También se encontraron otras con hábitos detritófagos, es decir, que pueden consumir material orgánico en descomposición. 


De la familia Phytoseiidae se encontraron tres especies que sobreviven a pesar de las aplicaciones de acaricidas y se adaptan al clima frío; ellas son: Neoseiulus californicus, Neoseiulus sp y Proprioseiopsis. Estos bichos microscópicos rompen las telarañas de los ácaros plagas, y se alimenta de ellos.

“La finalidad del proyecto es desarrollar alternativas de manejo del P. pallidus, que incluya liberación de ácaros depredadores como N. californicus, uso de extractos de plantas, hongos entomopatógenos, aceites vegetales y otras alternativas”, señala la profesora Nora Cristina Mesa Cobo, directora de este trabajo de investigación. “Todo esto con el objetivo de facilitarles a los productores de fresa de la región, un manejo alternativo al uso de químicos que les pueda permitir reducir costos, afectar menos su salud y obtener mejores ingresos”, agrega.

En el Valle del Cauca, la fresa es cultivada por pequeños productores y no están asociados. Las áreas son muy pequeñas y se concentran en los municipios de Cerrito, Versalles, Sevilla.

Los resultados que se obtengan para la región podrán ser usados en zonas del departamento del Cauca, en la Sabana de Bogotá o en el oriente antiqueño donde también se produce fresa.

Según la Red de Información y Comunicación del Sector Agropecuario (Agronet), en 2013 se cosecharon en Colombia siete hectáreas de fresa, a través de las cuales se obtuvo una producción de 248 toneladas.

Fuente: Agencia de noticias UN.



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lunes, 31 de agosto de 2015

Recubrimientos comestibles a base de biomóleculas para 3 nuevos productos



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Recubrimientos comestibles a base de biomóleculas para tres nuevos productos elaborados con carne de pescado fueron desarrollados por el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos (ICTA) de la Universidad Nacional, dichas cubiertas, presentes en los extractos etanólicos de propóleos y de aceite esencial, fueron pensadas para especies nativas colombianas como la cachama, el yamú y el bocachico. Los estudiantes de la Maestría en Ciencia y Tecnología de Alimentos desarrollaron nuggets, luncheon fish y filetes a partir de estos peces y de la tilapia, especie introducida de África.

El proyecto, financiado por Colciencias, utilizó compuestos extraídos de la microbiota natural, un polímero de quitosano que se obtiene de las corazas de los crustáceos. Como base polimérica se empleó aceite esencial de laurel y extracto de propóleo, que impiden la actividad microbiana y son antioxidantes.

El recubrimiento, además de alargar la vida útil del producto por más de 15 días, eliminaría la utilización de químicos para su conservación. “Es un sistema en el cual se adicionan componentes que se pueden consumir con el alimento”, explicó el profesor Héctor Suárez Mahecha, Ph. D. en Ciencia de Alimentos.

La idea surgió del interés por encontrar productos nuevos para el sector acuícola, oferta que escasea en el país. “Acá solo conseguimos pescado entero y algo de filetes, lo que en comparación con otros países es desalentador”, señaló el docente.

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Nuggets de Cachama
“Los filetes de pescado fueron sometidos a tratamientos mecánicos y físicos para las espinas. Los demás productos fueron nuggets y luncheon fish de cachama, una especie de jamoneta que se puede consumir en sándwiches, sofreír o comer cruda”, aseguró Andrea Paola Rodríguez, estudiante de la Maestría en Ciencia y Tecnología de Alimentos.

El recubrimiento se forma al sumergir el alimento en los extractos etanólicos de propóleos y aceite esencial, que crean una capa de solución que luego se seca.

Además, los investigadores identificaron los flavonoides, compuestos que protegen a las especies vegetales de los efectos nocivos de los rayos solares; luego, los aplicaron a la película comestible, que se fabrica con carbohidratos y alginatos, polímeros orgánicos.

“En la etapa final se tuvieron en cuenta ciertas características de color, textura y propiedades funcionales tecnológicas como la capacidad de retención de agua, de concentración de gel y la sensación al paladar. Estas variables indicaron para cada especie qué tipo de producto resultaba más apto”, agregó la estudiante Rodríguez.

Para el caso luncheon fish, la mejor carne fue la de cachama. A este producto no se le agregó grasa y se obtuvo un 8% en proteína neta. 
Fuente: Agencia de Noticias U.N.

jueves, 30 de julio de 2015

Investigadores antioqueños buscan la clave de los cafés especiales

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En el marco del programa “Antioquia: origen de cafés especiales”, liderado por la administración departamental, la Universidad Nacional fue invitada, hace dos años, a realizar esta investigación. Con los resultados del estudio, la Secretaría de Productividad y Competitividad aspira a mejorar la calidad del café paisa. Se investigan las variables que influyen en la composición del grano y la calidad del sabor y el aroma de los cafés especiales de Antioquia, con el fin de ayudar a los cultivadores a controlarlas y, lo más ambicioso, a replicarlas. 

Este es un programa de investigación estructurado en cuatro líneas, el cual inició a finales de 2013 e irá hasta el último trimestre de este año. Se trata de darle una explicación científica y técnica a los procedimientos realizados, para que una finca, bajo ciertos tratamientos, obtenga determinadas notas o puntuaciones (atributos de sabor). Para esta búsqueda, la Universidad Nacional definió un equipo de científicos que lidera cada una de las vertientes de la investigación: Cultivo, Fermentación, Secado del Grano y Modelación de los Datos Obtenidos.

¿Qué es un café especial?

En el mundo de los cafés especiales, cada lote de grano obtiene su precio por el sabor final en taza. Catadores especializados y certificados por las asociaciones internacionales valoran 10 aspectos del sabor de la bebida —preparada bajo estrictos protocolos—, y para cada uno de ellos asignan un valor de 1 a 10. Así, un café entre 8,0 y 8,5 puntos es de muy buena calidad. 

Un café especial es aquel que supera los 8,5 puntos. Sus cualidades incitan a compradores provenientes de Japón, Corea del Sur, Estados Unidos, Australia y los países escandinavos, a pagarlo como un delicioso tesoro natural. Esa calidad es un fenotipo, es decir, el resultado de la interacción entre la genética y el ambiente. 

Metodología del programa
La metodología de trabajo, con fines pedagógicos, fue nombrada 5-10-2.000: 5 núcleos o regiones, 10 fincas en cada núcleo y 2.000 metros cuadrados del cultivo que se toman las muestras para experimentar. 

En las 50 fincas se hizo un detallado análisis de suelos. Simultáneamente, se instalaron cinco estaciones climatológicas —una por núcleo o región—, para determinar el comportamiento de lluvias, radiación solar, temperaturas, humedad relativa y velocidad y dirección de los vientos. Igualmente se hizo seguimiento a las prácticas del cultivo, con especial atención en aplicaciones de plaguicidas y fertilizantes a lo largo del período de llenado del grano, de ésta se extrajeron 300 muestras para análisis, seis por cada finca cafetera. Dos se procesaron con los métodos tradicionales del cultivador y las cuatro restantes fueron material para experimentación.

Tras recolectar la cosecha, se dio inicio a la fermentación, proceso mediante el cual se retira la cubierta natural del grano, con o sin el uso de agua y enzimas (seco). Este paso en la producción es clave para el sabor final y fue realizado por los cultivadores con sus métodos tradicionales. La ciencia, por su parte, generó ambientes controlados en los que se evaluaron variables como temperatura, pH y tiempo de fermentación. 

Con estos experimentos se alcanzaron resultados concretos para mejorar las características del café antioqueño, logrando mejoras en la calidad de taza, en comparación con los procesos tradicionales.

 En Antioquia florecen 72.000 hectáreas de cafés especiales. 


 De la producción de cafés especiales dependen 25.000 familias, según cifras de la gobernación.


 El estudio se adelantó en 50 fincas cafeteras de Antioquia.




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miércoles, 29 de julio de 2015

Valor nutricional de aceite amazónico es similar al de oliva

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Análisis realizados por el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la U.N. (ICTA) al aceite de palma de seje, determinaron grandes similitudes nutricionales con el de oliva. Además se encontró un alto contenido de omega 3 y 9, superior al del aceite de palma africana. Esta investigación se concentró en la obtención y el uso del aceite de la palma de seje (Oenocarpus bataua), propia de la Amazonia, aunque también se produce en Chocó, Boyacá y los Llanos Orientales. 


“El aceite de seje presenta un 77% de omega 9, mientras que el de palma africana tiene una cantidad relativa de entre el 36% y el 44%. En cuanto al de oliva, se encuentra en el mismo rango”, explica José Wilson Castro, investigador del ICTA en el área de Procesamiento de Vegetales. Estos resultados son importantes, pues el consumo de productos con omega reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y los niveles de colesterol y triglicéridos. 

En esta palma, que también se encuentra en países como Venezuela, Brasil, Ecuador, Perú y Bolivia, los investigadores indagaron sobre el tipo de aceite que produce, los porcentajes de rendimiento, la calidad, la composición química, la acción en el organismo y el valor alimenticio y calórico, entre otros. Asimismo, se desarrolló un aderezo y otros productos. 

Uno de los objetivos de este trabajo de investigación, dirigido por la profesora María Soledad Hernández, es optimizar la extracción del aceite que realizan las comunidades indígenas de la región amazónica, quienes lo obtienen de forma artesanal, pero afectan la vida útil del producto. Ellos lo hacen mediante maceración y cocción del fruto, para separar la semilla de la pulpa, la cual hierven para extraer un sobrenadante, que es el aceite. Dichas comunidades aprovechan toda la palma. Así, por ejemplo, las hojas son utilizadas para la construcción de los techos de las malokas y el tronco es empleado en los cercos y en la elaboración de artesanías. Junto a las semillas, la pulpa del fruto es usada para producción de bebidas. Aunque científicamente no se ha comprobado su efectividad, los indígenas también hacen uso medicinal de esta planta para tratar cuadros gripales y brotes de tuberculosis. 

Esta palma es nativa, silvestre y no tiene grandes extensiones, además su producción se hace en chagras, áreas de cultivos pequeñas. Precisamente, esta última es una de las razones por las que se busca promover su cultivo sostenible. 

Este trabajo se realiza en conjunto con el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), la Universidad Central de Venezuela y el Hospital Militar de Venezuela. 


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sábado, 25 de julio de 2015

Salvado de trigo, mejor medio de cultivo para hongos comestibles

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Una investigación llevada a cabo por el Grupo Química de Hongos Macromicetos de la U.N. en sinergia con el Grupo de Biotecnología y Bioprocesos de la Universidad de Antioquia determinó que el salvado de trigo es la mejor fuente de carbono para obtener una mayor cantidad de compuestos con propiedades farmacológicas. El objetivo era evaluar los factores del cultivo biotecnológico de hongos de la especie Pleurotus, que inciden en la producción de compuestos con actividad biológica.
  

 El estudio se realizó con harina de maíz, trigo y avena, entre otros cereales.


 Se cultivaron en el laboratorio 3 especies de hongos Pleurotus: Ostreatus, Pulmonarius y Djamor.

 Una de las formas de obtener los hongos en el laboratorio es a través de la fermentación en estado líquido.


Estos hongos contienen compuestos triterpenoidales con propiedades antimicrobianas, hipocolesterolémicas e hipoglicemiantes, que ayudan a disminuir los niveles de colesterol y glicemia, mientras atacan bacterias y microorganismos dañinos para los humanos; contienen ácidos grasos como los omega 3 y 6, muy buscados actualmente por su protección cardiovascular.  

Una de las formas de adquirir los hongos en laboratorio es a través de un proceso conocido como fermentación en estado líquido. Se utilizó, como fuente de carbono, comida que utiliza el hongo para crecer y componente indispensable del medio de cultivo, harinas de cereales y salvado de trigo, que contienen buena cantidad de carbohidratos. La fermentación se realiza en un recipiente de vidrio que contiene el medio de cultivo y en el que se inocula el hongo para producir el micelio (cuerpo vegetativo). Con este trabajo se identificaron los cambios ocurridos al variar la fuente de carbono, elemento constituido por azúcares simples (sacarosa y glucosa) o complejos, que vienen de la unión de los monosacáridos, entre los que se encuentran el almidón. 

El análisis realizado, empleando 12 tipos de harina, determinó que con el salvado de trigo se obtuvo mayor cantidad de compuestos triterpenoidales en los cultivos de tres especies de Pleurotus: Ostreatus, Pulmonarius y Djamor. El empleo de estas harinas se debe a que conllevan un menor costo frente a los carbohidratos normalmente utilizados (glucosa, sacarosa o lactosa). Se hace de esta manera pensando en que, en un futuro próximo, estos compuestos podrán ser encapsulados y comercializados.  
La idea es estudiar, en una fase posterior, la mejor forma de proporcionar estos bioactivos, manteniendo sus propiedades para el beneficio de los humanos, por medio de cápsulas, tisanas, en elixir o jarabe.  

Los investigadores indican que no se trata de reemplazar los medicamentos por estos nutricéuticos (extractos con bioactivos que sirven de complemento dietario), sino de crear un balance complementario entre los dos productos.



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miércoles, 22 de julio de 2015

Botellas, vasos desechables y máquinas de afeitar, a partir de lactosuero

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La ingeniera Catalina Álvarez Campuzano del Instituto de Biotecnología y Agroindustria de la U.N. Sede Manizales, alcanzó resultados óptimos a través de su trabajo de maestría en Ingeniería Química, titulado “Análisis de la producción de polihidroxibutirato usando lactosuero como materia prima”. De este residuo de la elaboración de quesos, que en su mayoría va a parar a las fuentes hídricas de las zonas productoras de leche, es posible obtener biopolímeros con alto potencial para la industria colombiana. 

Aplicaciones para bioimplantes, botellas, vasos, platos desechables, bolsas y máquinas de afeitar son algunos ejemplos de lo que se podría producir a partir del lactosuero. Dicha sustancia líquida que se obtiene del proceso de cuajado de la leche en la elaboración de queso, retiene cerca del 55% de ingredientes como lactosa, proteínas solubles, lípidos y sales minerales. 

Aproximadamente, el 90% de la leche utilizada en la industria quesera es eliminada como lactosuero. De este porcentaje, el 45% va a parar a las fuentes hídricas de ciudades productoras como Barranquilla, Bucaramanga, Simijaca y Bogotá, lo cual hace de esta sustancia uno de los principales factores de contaminación ambiental. Por ello, y a través de diversas investigaciones, se ha buscado la forma de utilizar este subproducto como materia prima para la producción de bebidas fermentadas y alcohólicas, ácidos orgánicos y derivados de la lactosa, entre otros. En este último caso, el 45% es usado en forma líquida, el 30% en polvo, el 15% como lactosa y el resto como concentrados de proteína. 

Dentro de la diversa gama de beneficios que se pueden obtener a partir del lactosuero figuran productos de panadería, bebidas para deportistas, bebidas fermentadas, gomas, empaques biodegradables, sustancias inhibidoras de crecimiento y concentrados proteicos. 

Materia prima
La ingeniera Catalina Álvarez Campuzano alcanzó resultados óptimos a través de su trabajo de maestría en Ingeniería Química de la U.N. Sede Manizales, titulado “Análisis de la producción de polihidroxibutirato usando lactosuero como materia prima”. 

“Con el lactosuero, luego de muchos ensayos, logramos que las bacterias gram negativas acumularan el 77% en peso de biopolímero. Estos microorganismos, que se usan industrialmente, han llegado a acumular hasta un 80% en peso celular, lo cual nos mostró que luego del pretratamiento, el lactosuero tiene una buena posibilidad de ser utilizado como caldo de cultivo”, explica la investigadora. 

La contaminación y el desperdicio son algunas de las razones por las cuales la estudiante de maestría analizó el residuo, con el fin de hallar un valor agregado útil en otros sectores industriales, diferentes al alimenticio, que se podrían beneficiar con la idea. “Al ser el polihidroxibutirato (PHB) un biopolímero, su aplicación puede darse como insumo primario para la fabricación de bioimplantes, bolsas o máquinas de afeitar”, comenta la ingeniera Álvarez.

Para la producción de PHB, la estudiante utilizó un microorganismo nativo sin modificaciones genéticas. Se trata de una bacteria gram positiva, es decir que no presenta sustancias tóxicas para el ser humano. “En el caso del lactosuero, que contiene altas concentraciones de nitrógeno debido a la presencia de proteínas, se debe hacer un proceso de desnaturalización y precipitación, en el que se reduce la presencia de proteínas para lograr una mayor cantidad de remoción de nitrógeno”, explica. 

Para ello, junto con su grupo de trabajo, experimentó varias técnicas y encontró que el método de ultrafiltración usando una membrana de celulosa-acetato permitía retirar las principales proteínas insolubles. Con esa baja cantidad de nitrógeno, se planteó el medio de cultivo con nutrientes adicionales, se realizaron fermentaciones a 32 grados de temperatura, con 200 revoluciones por minuto de agitación, una aireación constante de 5 litros por minuto y un control de pH a 7. Ese fue el procedimiento que siguió la investigadora, quien destaca que las fermentaciones a tales temperaturas fueron muy importantes para que el metabolismo del microorganismo fuera hacia PHB y no se desviara hacia otra ruta metabólica. 

El proceso de fermentación se llevó a cabo en biorreactores de 1,5 litros, usando 800 mililitros de caldo de cultivo, luego de lo cual se hizo la extracción del PHB y por último de las películas de polímeros.

lunes, 29 de junio de 2015

Biomaterial regeneraría huesos de mascotas

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El grupo "Propiedades Ópticas de los Materiales", adscrito a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional, Sede Manizales, obtuvo componente mineral de los huesos del bovino, formado por fosfato de calcio cristalino para desarrollar el biomaterial. El objetivo fundamental es producir injertos para fisuras de huesos de mascotas y para regenerar aquellos que han sufrido deterioro, porque se han vuelto porosos o les falta alguna parte. 











Este biomaterial tendría alta demanda en el sector médico veterinario, sobre todo si se tiene en cuenta un estudio de 1.585 historias clínicas de caninos y felinos del Hospital Veterinario de la Universidad de Caldas, realizado entre 2002 y 2004, por Luisa Fernanda Franco y Raúl Fernando Silva. En este, el sistema musculoesquelético resultó ser el segundo más afectado, con 320 animales atendidos, que representan el 20,2 % de los casos, en los cuales se reportaron fracturas de pelvis, fémur y tibia.

Un producto con gran valor y bajo costo

Según Luis Carlos Muñoz Rodríguez, médico veterinario y zootecnista de la Universidad de Caldas que participa en la investigación, dos gramos de hidroxiapatita sintética producida por un laboratorio cuestan entre $260.000 y $400.000.

“De acuerdo con las proyecciones, nosotros obtenemos un gramo entre $13.000 y $23.000, lo que hace que nuestra propuesta sea más atractiva. Cuando se quieren realizar labores de tipo social como las que lideran las universidades públicas, donde continuamente atienden gatos y perros, entre otros animales, los médicos veterinarios no emplean este tipo material por su alto costo”, afirma Carlos Vargas Hernández, profesor de la Sede Manizales y director del grupo de investigación.

Por su parte, Vladimir Galindo Zamora, coordinador de la Clínica para Pequeños Animales de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la U.N. Sede Bogotá, destaca que la hidroxiapatita es muy costosa, por lo cual “la novedad está en procesarla a un precio muy inferior, con una calidad aparentemente igual que la comercial, ya que en la medicina veterinaria el valor es un factor más decisivo que en la humana”.

Por citar un ejemplo, una cirugía para un perro de 20 a 25 kilos, que necesite placa y tornillos para el fémur, puede costar $900.000, aproximadamente, incluyendo el material ortopédico. Si se trata de un implante o un injerto de hidroxiapatita comercial, el valor sería de alrededor de un millón de pesos.


Sobre el biomaterial

La materia prima del biomaterial se obtiene del fémur de las vacas. Inicialmente, el hueso se somete a un proceso de limpieza con vapor para quitar la grasa y demás componentes orgánicos. Después, se retiran los extremos, que es la parte esponjosa, y se trabaja con la parte cortical, que es la más dura. “Utilizamos el fémur, porque es el hueso más grande y por lo tanto se extrae mucha más hidroxiapatita. Haciendo cálculos, se obtiene un 75% del material con respecto al peso total del hueso”, comenta María Fernanda Vargas Charry, estudiante de Ingeniería Física e integrante del grupo.

Luego se procede a calcinar el hueso a diferentes temperaturas. A 1.200 grados centígrados se eliminan todos los componentes orgánicos y se obtiene hidroxiapatita pura. Sin embargo, para mejorar su dureza y resistencia, se agregan nanopartículas de hidróxido de zinc (ZnO) con una dimensión menor a 100 nanómetros (un nanómetro equivale a la milmillonésima parte de un metro). Con este polvo blanco antibacterial, que además es biocompatible, el grupo de investigación ha trabajado desde hace varios años en diversos proyectos.


Pruebas estandarizadas

Las pruebas de biocompatibilidad se vienen realizando desde mayo en conejos, con la ayuda del grupo del doctor Raúl Silva, médico veterinario de la Universidad de Caldas. Considerando que el biomaterial va a estar en contacto con la sangre y los tejidos del animal, se busca evitar que el organismo rechace el tratamiento para que este cumpla la función deseada.

El grupo espera consolidar el producto y realizar un estudio de mercado para comercializarlo como una opción económica para regenerar o restaurar los huesos de las mascotas. Además, el profesor Carlos Vargas Hernández busca que este proceso sea fuente de investigaciones futuras con aleaciones de hidroxiapatita, para incentivar el inicio de toda una ciencia del diseño y la maquinación de prótesis y tornillos más compatibles.



Fuente: Agencia de Noticias UN 
Edición: Related Science


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Bacterias recuperan suelos donde se sembró coca

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La utilización de bacterias procedentes de la extracción de cal ha incrementado hasta en un 500% la productividad de un cultivo de cacao, en suelos que antes fueron destinados a la siembra de coca.

Santiago Aristizábal Arias, estudiante de Ingeniería Agronómica y joven investigador del Laboratorio de Física de Suelos de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional, Sede Medellín, trabajó en el mejoramiento de suelos con base en la aplicación de la bacteria Bacillus subtilis, la cual se obtiene de las extracciones mineras de cal en Antioquia. “La función de las bacterias calcificantes es cambiar la acidez del suelo y aumentar la agregación y disponibilidad de nutrientes para incentivar el crecimiento de las plantas”, señala el profesor Ramiro Ramírez Pisco, director del laboratorio.

La masiva aplicación de compuestos de síntesis química en los cultivos de coca hace que dichos elementos se acumulen en el suelo por mucho tiempo, a pesar de que estos espacios dejen de usarse para cultivar. “Por esta razón, a través de bacterias calcificantes se busca recuperar la estabilidad estructural y la porosidad de los suelos”, indica Aristizábal. 

Dichas bacterias se extrajeron hace años de las rocas calcáreas y una vez aisladas se empezó a trabajar con ellas en el laboratorio, donde se cultivan en cajas de petri o en biorreactores, a una escala mucho mayor.  

Sobre las potencialidades de esta técnica de recuperación de suelos, el profesor Ramírez menciona que es aplicable a cualquier otra zona de producción agrícola del país. De hecho, las bacterias calcificantes se han aplicado de manera experimental en cultivos de arroz y cebolla, en los que han alcanzado resultados positivos de mejoramiento de la producción. Sin embargo, el académico precisó que es necesario hacer una análisis particular en cada caso en que se vayan a aplicar las Bacillus subtilis.


Los suelos analizados e intervenidos son de la región antioqueña del Bajo Cauca, donde en 2013 se concentraba parte de las 112.000 hectáreas sembradas con coca en el país. De hecho, para ese año, Antioquia representaba más del 6 % de la producción de hoja de coca. 





Fuente: Agencia de Noticias UN
Edición: Related Science

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