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Un grupo de científicos ha dado un paso más en el intento de comprender y
quizás contrarrestar el fenómeno del envejecimiento. El equipo,
liderado por el español Juan Carlos Izpisua en el Instituto Salk en La
Jolla (California) y en colaboración con la Universidad Católica de
Murcia, ha encontrado nuevas evidencias que relacionan el envejecimiento
con la epigenética.
El hallazgo, publicado en la revista
Science, es importante porque la epigenética tiene la capacidad de
influir globalmente sobre el funcionamiento del organismo, ya que
funciona como un sistema de etiquetado que da instrucciones a las
células para saber lo que deben hacer con cada uno de sus genes.
“En nuestro trabajo hemos demostrado la
importancia de la epigenética en el proceso de envejecimiento”, señala
Izpisua. “En el futuro, mediante el desarrollo de nuevas herramientas de
edición genética podremos intentar frenar o incluso revertir el proceso
de envejecimiento. De hecho, ya estamos trabajando en la investigación
de estas tecnologías”.
Tal como explica Marcos Malumbres,
investigador en cáncer y división celular del Centro Nacional de
Investigaciones Oncológicas (CNIO), “este tipo de estudios son muy
importantes porque podrían permitir en el futuro retrasar el
envejecimiento a nivel global y proteger el genoma de las alteraciones”.
El objetivo de estas investigaciones sería entonces contrarrestar la
pérdida de información epigenética que ocurre con los años y que provoca
que “el genoma pierda capacidad de responder a las necesidades”.
Editando genes
Precisamente para ver qué ocurre en las
células cuando envejecen, el equipo del Salk Institute ha recurrido a
unas modernas técnicas de editado genético que permiten eliminar la
actividad de ciertos genes para observar los efectos (hace unas semanas,
otras técnicas de edición le permitieron a este equipo diseñar una
técnica para tratar enfermedades mitocondriales).
En este caso en concreto, inactivaron un
gen implicado en el síndrome de Werner, que se caracteriza por provocar
envejecimiento prematuro en los afectados, para simular la enfermedad
en unas células cultivadas en laboratorio.
Después de aplicarlas, “nuestros
resultados muestran que la mutación que causa el síndrome de Werner
provoca la desorganización de la heterocromatina, y que esta disrupción
del empaquetado del ADN es un proceso clave en el envejecimiento”,
asegura.
De hecho, las personas que sufren este
síndrome (una de cada 200 mil personas en Estados Unidos) padecen
enfermedades relacionadas con el envejecimiento tales como las
cataratas, la diabetes de tipo 2, la osteoporosis, el cáncer, etc, y
suelen morir entre los 40 y los 50 años.
La epigenética es clave
Además, este proceso de regulación
epigenética es aún más importante, porque opera de forma permanente y es
responsable de que “una célula hepática fabrique las proteínas de una
célula hepática y no las de una célula del epitelio intestinal, aunque
tengan los mismos genes”, tal como ha explicado Marcos Malumbres.
Si las investigaciones continúan
avanzando en la dirección de la edición epigenética, se mejorarían los
sistemas naturales de reparación con los que ya cuenta el organismo. De
hecho, de forma permanente está reparando las alteraciones que van
apareciendo con el paso de los años y en parte a causa de la presencia
de compuestos tóxicos o los rayos ultravioleta.
Pero con la edad, incluso estos sistemas
de reparación van perdiendo su eficacia y se van acumulando los
problemas. Por todo esto, la investigación en este campo resulta clave
para el envejecimiento y el cáncer.
Fuente: ABC España / Gonzalo López Sánchez
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