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Hallan restos de sangre y de proteínas que, supuestamente, pertenecieron a grandes reptiles del pasado.
Fósil de un Tyrannosaurus rex, albergado en el Palais de la Découverte de Paris. [Wkimedia Commons]
Las vitrinas del Museo de Historia Natural de Londres conservan
numerosos fósiles de dinosaurios, desde un diente de 10 centímetros de
longitud perteneciente a un Tyrannosaurus rex hasta una cola de hadrosaurio de 4 metros de largo. Ahora, tal como anuncia un artículo publicado en la revista Nature Communications,
un grupo de investigadores habría hallado restos de sangre y fibras de
proteína de dinosaurios en ocho de estas reliquias, lo que sugiere que
la preservación de los tejidos blandos puede ser más común de lo se
pensaba.
«Es [un descubrimiento] alentador», sobre todo porque el material
orgánico fue encontrado en huesos que no estaban en buen estado de
conservación, afirma Matthew Collins, arqueólogo y bioquímico de la
Universidad de York, que no participó en la investigación. Con todo, él y
otros expertos advierten de que el hallazgo no aclara si los fósiles
contienen proteínas antiguas.
Ya en los primeros años de la década de 1970, un grupo de científicos
obtuvo imágenes de las que parecían estructuras celulares en el
interior de restos de dinosaurios. El resultado levantó más de una duda,
puesto que las proteínas suelen degradarse al cabo de cientos a miles
de años después de la muerte de un organismo, aunque en algún caso
podrían llegar a sobrevivir hasta los 3 millones de años. Hace una
década, otro equipo de investigadores dirigido por Maria Schweitzer,
paleontóloga de la Universidad estatal de Carolina del Norte,
supuestamente logró extraer colágeno del fósil de un T. rex con
una edad de 68 millones de años de edad. Schweitzer y sus colaboradores
secuenciaron fragmentos de esta proteína y afirmaron que guardaba
similitudes con la de las aves, los descendientes (vivos) de los
dinosaurios. Sin embargo, nadie fue capaz de reproducir esos resultados.
El nuevo estudio, dirigido por Sergio Bertazzo, del Colegio Imperial
de Londres, ha seguido una estrategia diferente para identificar el
material biológico de los dinosaurios. Para ello, él y su equipo han
utilizado un instrumento parecido a un microscopio electrónico de
barrido que, en lugar de electrones, focaliza un haz de iones sobre una
muestra. De esta manera, han obtenido imágenes de alta resolución del
interior de ocho fósiles, que incluían, entre otros, un dedo del pie,
las costillas, la cadera, una pierna y una garra de diferentes réptiles.
En ellos han encontrado tejidos blandos y estructuras microscópicas que
parecen glóbulos rojos, lo que representa un hallazgo completamente
inesperado.
«Mi primera reacción fue "estos resultados no son reales"», recuerda
Susanne Maidment, también del Colegio Imperial de Londres. Además, los
investigadores analizaron muestras de supuestas fibras de colágeno
mediante un espectrómetro de masas, a fin de calcular el peso de las
moléculas que las componen. Su valor resultó idéntico al de los tres
aminoácidos más comunes que componen el colágeno.
No obstante, los expertos que no participaron en el hallazgo señalan
que dicho resultado no constituye una prueba concluyente de que las
moléculas analizadas sean orgánicas, ni que procedan de un dinosaurio.
Según Collins, un tipo diferente de espectrómetro de masas, que sería
capaz de secuenciar los aminoácidos de un fragmento de proteína,
permitiría reproducir el trabajo y posiblemente confirmar la presencia
de colágeno en los fósiles. Maidment asegura que el equipo espera llevar
a cabo pronto este tipo de estudios. En caso de lograrlo, su
investigación constituiría un punto de partida para entender la conexión
entre los dinosaurios y las aves.
Más información en Nature Communications
Fuente: Science
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